Hace más o menos veinte años que soy viajera frecuente, y no por vacaciones, por trabajo. Un día estoy en Londres, otro en Marrakech y otro en los valles calchaquíes.
De esos viajes surgen los paisajes, las historias, los momentos y personajes de este libro que hicimos con Flor Cillo que probó y escribió las recetas, Marcos Farina que dibujó cada relato y el ojo editor de Eloise Alemany, responsable de Periplo, que tiene un cátalogo muy cuidado y libros que dan ganas de tener.
¿Por qué historias de viajes y recetas?
Bueno, es fácil y poco original, porque la comida es una parte fundamental del viaje.
Una de las primeras cosas que hago cuando estoy de viaje es ir al mercado, por eso hay varios relatos que ocurren en mercados. Los veo como un tesoro de costumbres y una posibilidad de conversar con un alguien que no es un guía ni un taxista.
En el mercado Sandaga de Dakar tuve una muestra de las contradicciones de los viajes cuando quise comprar un chal de algodón y mientras me mostraba las opciones, Mbaye el vendedor de ojos tan brillantes que parecían barnizados no dejaba de hablar de las desgracias de su país y de África y yo no sabía si emocionarme por las texturas y materiales nobles o angustiarme por lo que me contaba.
Lo que más me gusta de los mercados de Marruecos es el té a la menta. Aunque la receta es intuitiva, Flor da detalles para que salga perfecta.
En uno de los mercados de la medina de Marrakech conocí a Hadji un hombre con turbante que vendía amuletos para deshacer encantamientos, polvos para pintarse los ojos, jabón de argan y un azafrán delicioso que pesó en una balancita como para pesar joyas. Todavía lo tengo y es mi secreto amarillo para el arroz con mejillones.
Pero en el libro no sólo hay mercados, también hay un zoológico con un subdirector que crió a un tigre en su casa y una noche inclinada en la sabana venezolana, una leyenda de amor asfixiante, un pescador de langostas sin suerte y un hipopótamo que vuela en helicóptero y una tarde en el Central Park de Nuev York en uno de esos días en los que todo sale bien. El nombre de este libro es parte de un proverbio chino que dice Siéntate bajo la sombra de los bambúes y calla. Verás cosas extraordinarias. Yo creo que lo extraordinario está en todas partes, y que viajar le da relieve.
Dios, cómo puedes escribir tan de puta madre y no tener esto atiborrado de comentarios??!!!! Viajo contigo desde hoy que encontré el blog. Perseguiré el libro como si de una cuestión de honor se tratase.