Angel Olivera rola sus rancheras en el mercado La Cruz de Querétaro, el mismo donde doña Juanita vende flor de calabaza fresca y Julio prepara aguas locas y las mañanas de domingo sirve «polla», huevos de codorniz y jerez para la cruda (resaca). El mismo donde me tomé un jugo antigripal inolvidable. No porque tuviera gripe, sino porque me gusta la mezcla de naranja, limón, papaya, guayaba, piña y miel.
Olivera viene de Huimilpan un pueblito en las sierras y es fanático de las rancheras del norte. Le pregunté cuál es la ranchera que más le gusta -quizás para vengarme de cuando me preguntan cuál es el país que más me gusta- y me respondió: «Híjole, pues, muchas». Luego pensó unos segundos y dijo: Amores fingidos, de Carlos y José. Y ahí nomás en un pasillo del mercado se puso a tocar:
«Si supieras chaparrita cuánto te amo, es porque que tu eres el bien de mi vida.
Chaparrita tu serás la consentida, y ándale, ándale correspóndele mi amor.
¿Para qué quieres amores fingidos?, ¿Para qué quieres amores amores que tengan dueño?»
Hola profe, que bueno saber que visitó querétaro, ahi viví 3 años y conozco esas aguas locas y el mercado la cruz, y sobretodo recuerdo una noche que fui a la parte que le llaman Garibaldi en el mercado La Cruz y venden tacos. Unos tacos deliciosos para una noche no tan buena pero que al igual escuche una canción que me quedó gustando hasta ahora y cantada por un punky que infundía miedo pero sólo se acercó a pedirme la «coperacha». Como dice Nito Mestre, aveces tener miedo es sentir un poco que estamos vivos…