El desfile del cumpleaños 110 de San Martín de los Andes empezó una hora tarde. Pero eso no fue lo más grave.
La calle San Martín estaba cortada y llena de gente, de un lado y del otro. El sol todavía pegaba fuerte. Me cuentan los locales que esto del calor tan pesado es de los últimos tiempos, que antes los veranos eran más frescos. Empieza el desfile y todos los que están asoman la cabeza.
La primera que camina en la calle principal que hoy es pasarela es la Reina de los Jubilados, con manto rojo, cetro y anteojos culo de botella. Después pasan representantes del centro de bochas y de una escuela y de otra y gente de la comunidad mapuche y veteranos de Malvinas y jóvenes de un club de polo y chicos de otra escuela y tres generaciones de salteños afincados en San Martín de los Andes. Los que desfilan cuchichean entre ellos y los espectadores miran y cada tanto, aplauden. De afuera parece que unos y otros están aburridos.
Después de que el animador dijera algo sobre Patria y Tradición vi el primer tanque. Estaba cubierto de maleza para camuflarse, como se usaba en las guerras de antes. La imagen es la de la foto. Así de chocante. Después hubo más: carapintadas, tanques, militares a caballo con banderas argentinas. Un camión militar y un par de tanques más.
¿Hay jóvenes en las secretarías de turismo? ¿No tienen ideas nuevas? ¿No piensan que turísticamente no es atractivo ver tanques y carapintadas después de bañarse un lago y mirar montañas y pasarla bien?
Febrero es el mes de vacaciones de los chilenos y como el límite queda cerca y Argentina les resulta un país barato, muchos vienen a pasar unos días a San Martín. Y claro, estaban en el centro y se sumaron a ver el desfile. Cuando llegaron los tanques, tenía a una familia cerca, y después de encontrarnos en una mirada horrorizada con el padre, me dijo: “Esas balas son para nosotros”. Se dio media vuelta y se fue a la feria de artesanos, donde posiblemente encuentre un símbolo de paz.
¿Cuándo cambiarán los desfiles?
Jugar a los soldaditos, una pasión de los uniformados del mundo. En Viena, hace dos años, para conmemorar un acontecimiento de la 2a Guerra, llenaron la Heldenplatz y cuanto sitio libre hubiera, de tanques, camiones sisterna, bolsas de arena, tiendas de campaña, enfermerías de la Cruz Roja y otras linduras. Heridos y muertos, no. No había. Y uno caminando entre soldados a la búsqueda de Beethoven, Klimt, Brahms, Strauss, Schubert. ¿No había otra forma de recordar la fecha?
Triste y patético. Todo lo que tenga que ver con el tema militar me produce urticaria. A los rambos no los cura ni una convención de psicoanalistas.
yo formé parte de un ejército loco
tenía veinte años y el pelo muy corto
pero mi amigo, hubo una confusión porque para ellos el loco era yo
say no more
el domingo es el cumple de mardel
lo festejamos con música, no es la que más me gusta pero es mejor que el desfile militar
No me extraña en absoluto esta falta de aggiornamiento en materia turística, producto de la mediocridad y falta de entusiaso, ganas,o como quieran llamarlo, que caracteriza a gran parte de la sociedad argentina,en todos los ámbitos. Soy Lic. en Turismo y marplatense y asidua turista y porque no, temporariamente residente, de San Martin de los Andes, más precisamente del Lago Lolog, donde mi familia posee una propiedad desde el año 1984. El único cambio reincidente en San Martin es la explosión demográfica y el consiguiente temor de los pobladores de ser invadidos y estafados por otros argentinos y extranjeros que eligen el lugar para establecerse. Eso sí, la viveza criolla siempre está activada y no se duda en querer cobrar peaje para subir a un cerro y disfrutar de una vista desde un mirador, entre otras cosas. Parece mentira que sólo exportemos del 1er mundo turístico el hecho de estafar al turista no sólo en sus expectativas como consumidor de servicios y atractivos turíticos, naturales o programados como lo es el festejo de un nuevo aniversario sino en su credibilidad y su bolsillo.
Mar del Plata cumplió otro año más y los marplatenses siguen empecinados en no darse cuenta de que si no hay turistas, innovación y lealtad hacia los que nos visitan en vano serán las políticas de promoción llenas de lindas palabras que engalanan un discurso pero vacías de planes de acción a corto plazo.