Alerta de tormenta tropical en vacaciones. Me pasó hace un par de años. Viajé a Sint Maarten/Saint Martin, la isla mitad holandesa y mitad francesa, que se hace publicidad con eso de «dos países, dos vacaciones».
El primer día amaneció nublado, oscuro como uno imagina una cárcel. Menos mal, pensé, porque ya estaba afónica y con dolor de garganta por el aire acondicionado diseñado para personas con sobrepeso o menopausia. El responsable de la oficina de turismo anunció que la excursión planeada se suspendía por amenaza de tormenta tropical, el escalón previo al huracán.
Había que quedarse en el hotel. Era un buen hotel, un Sonesta de 500 habitaciones, que le daba a la tragedia un ambiente de crucero, donde siempre había turistas de paso, música animada, repetida e indescifrable, turistas en el bar, turistas conversando en el lobby, daiquiris libres, turistas en los pasillos, coca cola y hamburaguesas, turistas que viajaron a la playa sacándose fotos en una esquina oscura, pizza libre, turistas que se reconocían por una pulsera amarilla, turistas haciéndose amigos de otros turistas, turistas mirando el huracán por televisión. Ese fue el primer día.
El segundo día fue igual.
El tercero nos sacaron a Philipsburg, la capital. No se podía ir mucho más lejos. Se supone que teníamos que estar contentos porque Sint Maarten es una isla libre de impuestos y según dicen un buen lugar para comprar electrónica. Me compré una cámara en un negocio indio -la electrónica en St. Maarten está dominada por los inmigrantes indios-, pero después la vi más barata en el freeshop.
El cuarto día llovía. Igual, se decidió que iríamos a conocer una playa. Caminé un rato por la arena, entre ramas caídas, hojas mojadas y pedazos de palmera que no habían aguantado el viento huracanado del día anterior.
El quinto día regresamos. Diez horas de viaje en avión, entre escalas y esperas.
Ni bien llegué me llamó una amiga para preguntarme qué tal el Caribe. Oscuro, le dije. Ella se quedó descolocada. Como si hubiera marcado un número equivocado.
Eso pasa con el Caribe en época de huracanes: no es el lugar soleado -ni soñado- que nos vendieron.
Cuando pasa un huracán por el Caribe todo cambia, y es increíble cómo se vive la situación. Me lograste transportar a esas tardes de cielo negro de humedad total y mucho viento. Gracias.
Increible aventura amigo, yo hace poco estube en un hotel de benidorm que se llama Tropicana Suites, para mi unas vacaciones menos moviditas, y pese a no ser como aquello del caribe se le aproximaba mucho. Me ha encantado tu narración 🙂