«África era el cuerpo más que la cara. Era la violencia de las sensaciones, la violencia de los apetitos, la violencia de las estaciones. El primer recuerdo que tengo de ese continente es el de mi cuerpo cubierto por una erupción de pequeñas ampollas, la fiebre miliar, que me causó el calor extremo, una enfermedad benigna que afecta a los blancos cuando entran en la zona ecuatorial, que en francés tiene el nombre cómico de bourbouille y en inglés prickly heat. Estoy en el camarote del barco que bordea lentamente la costa, frente a Conakry, Freetown, Monrovia, desnudo en la colchoneta, con el ojo de buey abierto al aire húmedo, el cuerpo espolvoreado con talco, con la impresión de estar en un sarcófago invisible, o de haber sido apresado como un pescado en la red, enharinado para freírlo. África que me quitaba mi cara me devolvía un cuerpo, doloroso, afiebrado, ese cuerpo que Francia me había ocultado en la dulzura debilitadora del hogar de mi abuela, sin instinto, sin libertad.»
«El africano», J.M.G. Le Clezio, Premio Nóbel 2008
Querida Mabel, descubred Ho’oponopono y luego te enctnore9 a ted con tus ensef1anzas. El libro tuyo maravilloso. Aprendi a vivir de otra manera, y ahora siento momentos realmente hermosos dentro de med donde experimento un gozo y una paz divina, que ilumina una sonrisa en med y en mi pensamiento. Ho’oponopono me ha despertado a la vida, aprended que soltar es lo mejor y que funciona porque funciona!!! Puedo sentir las cosas maravillosas de la vida en med! Gracias! Gracias por estar aqued ahora!!