El texto que sigue está escrito por Gonzalo Figueroa, un argentino muy viajero -bajó en moto de Los Ángeles a Buenos Aires- que vive hace 17 años en Noruega. Ha tenido varios trabajos y desarrolló una pasión: dog mushing o correr con perros de trineo. Perros groenlandeses, preparados para dormir en la nieve, a ¡40° bajo cero! Según dicen por allá son más confiables que las motos de nieve.
Gonzalo se pasó seis meses trabajando en las islas de Svalbard, un lugar donde siempre hace frío y la tierra es salvaje. A continuación, historia, presente y turismo del archipiélago de las auroras boreales.
Si el mundo fuera una rayuela, el archipielago de Spitsbergen –tambien conocido como Svalbard- sería el ultimo cuadro antes de llegar al Cielo. Es el ultimo punto del planeta antes de llegar al polo norte, con solo 1000 km de hielo separandolos.
Es un poco más grande que la provincia de Jujuy y uno de los lugares más salvajes de la tierra: 60% de su superficie son glaciares, 30% piedra y solo 10% vegetación. Arboles no hay. Gente, poca: unos 2000 habitantes que conviven con 3000 osos polares. Estas islas son administradas por Noruega, aunque las rige un tratado especial que otorga derechos especiales a todos los firmantes –entre ellos la Argentina.
Si bien se sigue discutiendo si los vikingos lograron navegar hasta estas islas hace mas o menos mil años, en el siglo XVI los holandeses llegaron a sus costas. Tras los descubrimientos del marino holandés William Barents, el archipiélago de Spitsbergen pasoó a ser el centro de la industria ballenera holandesa e inglesa durante el siglo XVII.
La grasa de ballena que era utilizada para elaborar aceite para lámparas, jabón, impermeabilizante de ropa, etc. En poco menos de cien años la población de ballenas en Spitsbergen llegó prácticamente a la extinción. Más tarde llegaron los los rusos desde el Mar Blanco y se establecieron como cazadores de osos y zorros para comercializar sus pieles.
Hoy en día son tres los pilares económicos que justifican la población estable de las islas. El primero y más importante es la explotación de minas de carbón. Esta actividad data desde principios del siglo XX y explica el nombre de su principal asentamiento: Longyearbyen o ciudad de Longyear. La “ciudad”, de 1500 habitantes lleva el nombre de John Munro Lonyear, empresario de Boston que estableció la primera empresa minera en 1906. Actualmente, el estado noruego controla la industria minera y emplea la mayor cantidad de gente en las islas.
Spitsbergen es además un lugar fundamental para la investigación científica ártica. Su proximidad al polo norte y su acceso relativamente fácil (vuelos diarios desde Oslo), han hecho que Noruega, Rusia, Polonia, China, Korea, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Japón y los EE. UU. tengan bases permanentes de investigación.
A pesar de estar en la periferia del mundo, la actividad científica en Spitsbergen se desarrolla con la más alta tecnología disponible en laboratorios computarizados sumamente sofisticados.
Allí funciona un banco de semillas, el más grande que existe, que preserva congeladas semillas de todo el mundo, para garantizar la biodiversidad de las especies, proporcionar material de estudio y legarlas a futuras generaciones.
Svalbard es sede de cuatro universidades noruegas confomando la universidad más boreal del mundo, conocida como UNIS. Cabe mencionar la central de radares SVALSAT quien monitorea satelites en órbitas polares y que transmite información a la NASA y la ESA (Agencia Espacial Europea). Fueron estos dos clientes los que financiaron el cable de transmisión de informática desde Spitsbergen hasta Noruega continental con una velocidad de transmisión de hasta 20 gigas por segundo.
A pesar de lo inhóspito, el archipiélago de Spitsbergen es un destino exótico y fascinante. Durante el verano, el puerto de Longyear recibe varios cruceros que hacen escala en la ciudad antes de circumnavegar las islas. Como el “National Geographic Explorer” de la revista National Geographic.
Con apenas 45 km de caminos, los barcos son la forma mas práctica de conocer estas islas durante el verano. En invierno el turismo se desarrolla en motos de nieve o trineos de perros. Esta es una tierra salvaje y virgen, cosa que significa que el turismo requiere los servicios de especialistas. Varias empresas noruegas tienen base en Lonyearbyen y ninguno de ellos puede operar sin un curso y una certificacion especial. Como ejemplo, la presencia de osos polares hace que uno debe estar armado en todo momento como precaución. Pero son los factores climáicos, -subestimados por varios aventureros que visitan las islas y muy respetados por los lugareños- los que hacen que cualquier visitante independiente con planes de explorar las islas tenga que presentar un seguro de búsqueda y rescate antes de poder comenzar su viaje.
Para los que tienen ánimo de llegar a tierras tan lejanas, las recompensas son enormes. Una geografía única y en estado puro, donde casi no se nota la presencia del hombre. Sí la de osos, zorros, renos, focas y morsas gigantes. Además, glaciares, auroras boreales y los colores de un cielo jamás visto.
Fotos: Fickr