Los anotadores negros Moleskine son una coquetería ya clásica para el viajero. De cómodo tamaño bolsillo, fueron usados por artistas e intelectuales famosos, como Van Gogh, Chatwin, Picasso y Hemingway.
Nunca tuvieron mucha publicidad y siempre estuvieron ahí, en boca de todos. A mediados de los años 80, la familia que los fabricaba en Francia cerró las puertas y silenciosamente se dejaron de hacer… sólo por un tiempo. Desde fines de los 90, la firma italiana Modo&Modo desempolvó la marca y los trajo nuevamente al ruedo con una idea: “Las Moleskine son un reservorio de ideas y sentimientos, una batería que guarda descubrimientos y percepciones y cuya energía puede conservarse en el tiempo”. Los fanáticos, que las coleccionan y no viajan sin su cuaderno Moleskine deben saberlo, pero los que recién las conocen quizás no: en Barcelona y Madrid los distribuye la librería Altaïr y ya tiene varios formatos agotados (cuestan desde 10 euros).
En esta segunda vuelta, Moleskine vino con todo. El año pasado presentó un anotador especial por ciudades, con páginas en blanco, pero también con información de paseos, transporte y datos útiles. Ya se pueden encontrar las guías/cuaderno de las principales ciudades europeas y algunas de Estados Unidos (15 euros). En los próximos meses se presentan las de Montreal y Los Angeles, entre otras. De América Latina, por ahora ni noticias…
La última novedad de Moleskine no tiene nada que ver con el universo tangible. Hace unos meses lanzó blogs de ciudades con buena información para viajeros libres, desde un tour guiado por los caminos de Gandhi en Londres hasta la noticia de un nuevo parque público en Nueva York, el High Line. Por ahora, el sitio tiene blogs Roma, París, Milán, Londres y Nueva York. Pero hay varios en camino, los nuevos modelos de Moleskine.
Acá las venden en la tienda Malba y ya hay una versión local (no es Moleskine) que tiene el clásico elastiquito que la cierra y el bolsillo de papel en la retiración de contratapa.