«¿Por qué me atrae tanto lo incierto? ¿Será que hay dimensiones que no percibimos? ¿Y si hay otros mundos posibles?». Esas preguntas rondaban la cabeza de la fotógrafa Cecilia Lutufyan antes de salir a al campo y sacar las fotos que hoy integran la muestra Criaturas, que se puede ver en la Fotogalería del Teatro San Martín hasta el 11 de marzo.
La primera foto fue por error: la cámara tenía una falla y los fotogramas salían superpuestos. Por esa grieta entró a una dimensión salvaje y logró estas imágenes inquietantes, ambiguas, descampadas, poderosas.
«Ahora veo las fotos y no sé cómo las saqué. Siempre hubo una conexión fuerte con los animales pero también con el silencio, con el secreto. Hay algo fantasmagórico que me atrae mucho, algo que en el momento es una descarga de adrenalina y después queda en esa zona de miedo que puede leerse en las fotos», contó hace poco en una entrevista en Las 12.
Para encontrar animales, Cecilia necesitaba salir al campo. Decidida como es ella, tomó un mapa, lo estudió, marcó algunos lugares cercanos a Buenos Aires -porque le gustó el nombre, por instinto- y durante los días de Pascua del año pasado viajó por el día a Río Luján, Reserva Otamendi, Ing Maschwitz, Capilla del Señor.
Cuando llegaba a cada lugar merodeaba, olía, preguntaba, sin forzar («Vas buscándolas, pero en realidad son ellas las que te encuentran y te hacen vibrar el cuerpo»). Los perros y los caballos se encontraban más fácilmente. Pero costaba más conseguir chanchos, gansos y ovejas. Una vez le pasó que se bajó a preguntar algo en una casa y mientras la señora le respondía vio que en el fondo había un chancho. Pidió permiso, entró y encontró no uno sino doce chanchos, varios gansos y un ternero. «En el campo son tan ambles que hasta se van de la casa y te dejan sola, ahí en el fondo, sacando fotos «.
Algunas de las fotos que integran la muestra las hizo en un pueblito de Córdoba que se llama Agua de Oro. Le habían pasado el dato de una familia que tenía ovejas, gallinas, conejos. Y viajó varias horas en colectivo para pasar dos horas en la casa de alguien que le abrió las puertas generosamente. Y otras, las de las cabras las encontró cerca de Rocamadur, en Francia, en un viaje de trabajo. Sacaba fotos en una granja donde hacían quesos cuando vio un corral lleno de cabras. Se metió, claro. «¡No lo podía creer! Las cabras súper curiosas, agarrándose de mi ropa, tirando de cuanta tirita encontraban y yo intentando cambiar rollos (con la cámara Holga no es tan sencillo).
En la inauguración de la muestra del San Martín vi cómo una pareja discutía a ver de qué perro era esa pata. Es un misterio, señores. Las imágenes nos asoman a otra realidad, a un tiempo y espacio secretos donde los perros pueden tener más de cuatro patas, las ovejas ser largas como una serpiente y los gatos llevar piel de hojas secas.
La dualidad de estas fotos encantó a Patti Smith, que escribió un texto especialmente para esta muestra:» Una naturaleza. Primero debo hablar de los caballos, blancos e inmaculados. La primera imagen que vi fue la de un potrillo, de pelaje húmedo color tiza, anidando en el pasto oscuro. La humilde espiritualidad que emana el potrillo, bañado por una luz exquisita, me recuerda la cinematografía de Robert Bresson, específicamente en Au Hazard Balthazar.
El conjunto de imágenes que he visto posee la misma cualidad: una comprensión de la dualidad del mundo natural, con su mezcla continua de crueldad e inocencia. Para mí, estas bellas fotografías sugieren el milagro del nacimiento, el misterio de la muerte y lo salvaje de la naturaleza.”
La insólita historia de cómo la artista estadounidense llegó a las fotos de Cecilia Lutufyan, muy bien contada aquí.
[Actualización 27/03/12. El último fin de semana, en la Feria de Libros de Autor de Lima, Criaturas, el libro presentado por Cecilia, obtuvo el Premio Publicación. ¡Felicitaciones!]