Hoy leí un proverbio turco que me gustó: Si tus zapatos son apretados, qué importa que el mundo sea inmenso.
No pude evitar acordarme de las mujeres chinas de pies de loto. Ya no deben quedar muchas. Si es que queda alguna tendrá cerca de cien años.
Pero en algún momento del antiguo imperio chino, las mujeres con pies de muñeca eran parte de la tradición, una costumbre que tenía que ver con una concepción de la belleza femenina y el erotismo originada en el siglo X, cuando un emperador se enamoró de una bailarina que envolvía sus pequeños pies en seda cuando bailaba.
Algunas mujeres imitaron a la nueva concubina y de repente deformarse los pies hasta volverlos mínimos era una práctica común. Llegó a haber millones de mujeres en China con los pies deformados.
A la temprana edad de cinco o seis años, a muchas niñas comenzaban a vendarles los pies hasta deformarlos. Antes les fracturaban todos los dedos menos el pulgar, y los doblaban hacia adentro. Este proceso era tan cruel y doloroso que según los estudios moría una de cada diez niñas en el intento de tener pies diminutos.
El detalle se transformó en un fetiche sexual para algunos hombres y la costumbre siguió hasta hace no mucho. Hasta había manuales de sexo que explicaban qué movimientos de los pequeños pies causaban más placer.
El sumum del deseo era cuando los pies eran «loto dorado», es decir cuando medían apenas siete centímetros, y además eran delgados, puntiagudos, arqueados perfumandos, suaves y simétricos.
Estas mujeres eran casi secretas. Como apenas podían caminar con sus pies de diez o doce centímetros, no se las veía en la calle. Eran muejeres de puertas adentro.
En 1911, el vendaje de pies fue prohibido en China, pero la costumbre continuó a escondidas durante mucho tiempo, sobre todo en áreas rurales.
Mujeres de pies de loto ya casi no quedan, pero Fan Jianchuan se encargó de que no falten zapatos. Desde el año pasado se exponen 5000 pares de zapatos en el flamante Museo de Chengdú, en el sudoeste del país. Se pasó 20 años coleccionándolos y según declaró ha gastado 130.000 dólares en comprarlos.
«Por suerte, la era de los pies vendados ha terminado», declaró Fan Jianchuan el año pasado cuando inauguró el museo. En la inauguración había tres mujeres con los pies diminutos. Una de ellas, de 103 años, dijo: «Nosotras no queríamos que nos deformaran los pies, pero no teníamos alternativa».
Volviendo al proverbio turco, en el mundo de los viajes no hay nada mejor que unos zapatos cómodos, ¿no?
que buen post. Increíble historia. Y que me quejaba de mis Converse, que me aprietan un poquito. Felicitaciones por el blog.
Muy buenoo el post!!
Si a mi me mata el dolor por tener pie plano… y sufroooo… pobres pibass q dolor deberian pasar!!!!!
Que esta costumbre no era por cuestiones de machismo? para que la mujer no le sobrepasara al hombre???? respondame suplica:D
increible lo que se hacia… de todos modos no evolucionamos mucho en pos de los derechos de las mujeres. Waris Dirie tiene solo 46 años y es un ejemplo viviente de las cosas terribles que se siguen haciendo a las mujeres.
terrible eso pobresitas las niñas q fueron sometidas a esa «tradicion»
No pues prefiero mis pies grandes a ver ese horroroso pie deformado…y sufir el dolor…k locura!!!
Si eso era una atraccion para esos chinos en esa epoca dejame darle gracias a Dios que no estube en esa epoca, que bestialidad.
fue orrible ver esos pies deformados.