Qué poetas los limeños que llaman panza de burro a su cielo nublado, causa a una papa rellena, huarique a una fonda sin glamour pero con cocina buena y barata, y suspiro a un postre dulce. Lima, una ciudad de poetas y escritores. La ciudad donde se edita Etiqueta Negra, la mejor revista de crónicas de Latinoamérica. La ciudad donde surgen editoriales jóvenes e independientes, como Estruendomudo, Calato y Matalamanga.
Comí una deliciosa causa en el Bar Cordano, ahí nomás de la iglesia San Francisco. Fundado en 1906, en sus mesas tomaron café presidentes y famosos, y siempre hay personajes urbanos. Un diputado, una banda de música compuesta por maestros retirados o, como me pasó ese mediodía, con un cirujano plástico con corbata violeta que operó a una niña que había nacido con el síndrome de la sirena (las piernas unidas). Antes de irme, el doctor me dio su tarjeta: de un lado se veía la imagen de la bebe con sirenomelia; del otro, la niña caminando sonriente. En el bar, también había turistas y limeños, circulaban sándwiches de jamón del País, pisco sour, causa rellena y café. Había música de bandoneón y un bullicio agradable.
A pocas cuadras, en el Pasaje Escribanos, la Librería El Virrey, especializada en libros peruanos, un clásico de la ciudad que hace un par de meses inauguró una sucursal en Miraflores.