Cada tanto, tiro todo. Pero mientras tanto, cuando viajo me gusta guardar la entrada al museo, el ticket de metro, la boleta del restaurante, una hoja amarilla si es otoño, algún folleto, mapas, tarjetas o papelitos con direcciones de gente que voy conociendo en el camino y, claro, el boarding pass.
Me temo que esto último ya no será posible. El Web check-in da tiempo, pero quita recuerdos. Y eso del tiempo, ejem, ya no es tan notorio. Hace seis meses, el Web check-in no tenía fila. Hace dos días, cuando me embarqué a Santiago de Chile, tenía la misma cantidad de pasajeros que el check-in tradicional. Presenté una impresión del check-in electrónico, pero se la quedaron en el último control, antes de subir al avión.
Algunos dirán que los recuerdos no necesitan el cartón del boarding ni ese papelito viejo y doblado que uno encuentra cuando hace orden, de vez en cuando. Yo creo que si. Creo que ese papelito viejo y doblado y encontrado al azar, dispara recuerdos de viaje, los trae un rato a la superficie, inaugura una corriente de aire lejano y conocido.
Lo mismo pasaba con las cajas de fotos viejas. Mirarlas cada tanto era una fiesta. Desde hace un tiempo, las fotos son digitales y rara vez se imprimen. Entonces, uno siempre mira las mismas cajas viejas. Y parece que llegara siempre a la misma fiesta.
La nueva levedad de los recuerdos me resulta insorpotable. Por eso decidí que desde hoy voy a guardar el ticket del equipaje. Aunque se destiña con el tiempo, aunque ocupe lugar. No quiero perder mi archivo caprichoso de los viajes.
Totalmente de acuerdo con vos.
La fugacidad del presente y su tiranía no nos deja disfrutar del pasado, como si fuera un demérito lo sucedido y un éxito lo «por suceder».
Carolina, buena idea. yo tengo algunos guardados, y al verlos recuerdo por donde fui. No me pasa lo mismo con las fotos de familia. Diria que mirar fotos viejas me pone un poco triste. Es con las fotos de mis familiares en que el tiempo toma su verdadera dimension.Cada uno tiene su talon de aquiles
Creo en la existencia de los recuerdos pero ¡pucha! a veces son como una nube que al querer atraparla se me escapa. Así que, soy re “cachivachera”. Guardo cosas, que normalmente pueden parecer absurdas o sin sentido alguno, pero que de pronto se tiñen, se vuelven coloreadas y tienen sentido porque me ayudan a asir recuerdos rebeldes.
Carol, esos recuerdos son materializaciones de las vivencias. Tal vez no guardes el ticket de una mala película, o de una muestra decepcionante. Lo que guardo son los testigos de mis grandes placeres que lograron sobrevivir. Desde hace 8 años tengo junto a mi computadora una entrada a un concierto, del 22 de mayo de 2000. Me recuerda que aquello que viví no fue un sueño, lo viví de verdad.