Anoche, en el Teatro Regio de Buenos Aires se celebró el 37° aniversario de la Revolución de los Claveles (Revolução dos Cravos), que terminó con más de 40 años de dictadura de António de Oliveira Salazar.
Aquel 25 de abril de 1974, por la mañana, la radio Renascensa transmitió la canción Grândola, Vila Morena, de Zeca Alfonso, que estaba prohibida por el régimen. Esa fue la señal para que un grupo de oficiales de las fuerzas armadas llevara adelante la Revoulución. Una movilización popular y pacífica esperó frente al Cuartel do Carmo hasta que el el régimen se retiró.
No había Twitter como en las revoluciones populares del mundo árabe, pero había claveles, la flor de la estación. Claveles rojos. Había claveles en los cañones, en los fusiles de los soldados y en las manos de la gente. Por eso, esa flor es un símblo de libertad para los portugueses.
El teatro estaba lleno. De la celebración participaron miembros de la colectividad portuguesa, diplomáticos y gente con ánimo de escuchar fado, ese lamento popular portugués que en espíritu y nostalgia tanto recuerda al tango. La maestra de ceremonias fue Karina Beorlegui junto a Los Primos Gabino, creadores del Fado Tango Club.
Anoche, en el Regio hubo claveles, muchos aplausos y varios músicos invitados. De todos, el que más me gustó e iré a ver cuando toque es el grupo Fadeiros, liderado por Ana Kusmuk, que el año pasado lanzó su segundo disco. Un lujo.