El viaje de Tatsuya Kato (23) es espontáneo, multifacético y sobre todo, largo. Hace tres años que salió de Tokio y no tiene fecha de regreso. Viaja para conocer otras realidades. Viaja para ver con sus propios ojos. Viaja para aprender.
Nos conocimos de casualidad, en la Quebrada de Humahuaca, cerca de Tilcara, rodeados de cerros, iluminados por un sol tan fuerte que no me extrañaría si por un momento pensó que también yo era japonesa.
Hablamos un rato, pero cada uno seguía una ruta distinta y sólo pudimos conversar un rato en la caja de una camioneta. Hace unos días me pregunté dónde estaría. ¿En Chile? ¿En Perú? Le mandé un correo con algunas preguntas, que contestó desde Iquique. Dice que encontró un trabajo como fotógrafo en un negocio de fotos, así que se quedará algunos meses por allá. En la foto del traje está lookeado para su nueva ocupación, y en la de tigre, también: así pretende lograr que los niños sonrían. Por cierto, creo que sus estudios de teatro fueron esenciales para este viaje.
Con ustedes, Tatsuya Kato, Tats para los amigos.
¿Cómo tomaste la decisión de salir de viaje?
En mi opinión, la vida es aprendizaje, el viaje es aprendizaje, entonces, la vida es viaje. Siempre me preguntaba por qué había tantas diferencias entre los países. Había toneladas de preguntas en mi cabeza.
Cada vez que veía un documental de los países en desarrollo, le preguntaba a mi madre: ¿Por qué él se muere de hambre y yo puedo comer tan bien? ¿Por qué a él le falta una pierna y yo puedo correr? ¿Por qué él sujeta un arma y yo una lapicera? ¿Por qué el hombre blanco le pega al negro?
Un día me di cuenta que había estado viendo sólo 1 grado en un mundo de 360. Mientras crecí supe algunos de los por qués, pero quería ver las realidades con mis propios ojos, porque los libros, los documentales y el resto podían responder a mis preguntas pero no era mi propia experiencia. Viajar es descubrir nuevos ángulos a estos temas.
¿Cuándo partiste?
Empecé mis viajes el 5 de mayo de 2007, cuando tenía 19 años. En Japón, el 5 de mayo es feriado nacional. Se llama Kodomono-hi, que quiere decir el Día de los Chicos (varones). Era el último año antes de convertirme en adulto (se supone que a los 20 se es adulto en Japón), y decidí viajar por mi país para conocerlo y convertirme en un verdadero hombre japonés antes de salir al exterior. Viajé por las 47 prefecturas en moto, con un pobre gato blanco que me encontré en cuando iba hacia la isla de Okinawa.
¿Sabías que sería un viaje de varios años?
Nadie sabe qué sucederá. No tenía idea durante cuánto tiempo viajaría. No me gusta tener planes fijos para la vida. Dejo que el río corra. No sé adónde iré después, pero sí sé que encontraré un camino y lo seguiré.
¿Cómo te lo costeas?
Como soy japonés, sé trabajar duro. Cuando estaba en Tokio tenía cinco trabajos al mismo tiempo; trabajaba entre 10 y 12 horas por día, los siete días de la semana. Fui ayudante de cocina, camarero, bartender, maestro, traductor y fotógrafo; trabajé en un hostel, fui instructor de danza y street performer. Me resulta fácil conseguir trabajo. Puedo hacerlo en unos días, a veces incluso en un par de horas.
¿Tenés un plan?
Hay una regla: nunca compro un ticket de ida y vuelta. Por dos dos razones. 1) no soy un turista, sino un viajero. Los turistas siempre tienen lugares donde ir y límites de tiempo para volver; los viajeros no. 2) Cualquier cosa que quieras conocer bien requiere cierto tiempo. Quedarse en algún sitio por un par de días es como ver sólo la superficie de una botella. No sabrás nada más. Quedarse algún tiempo es como entrar en una botella y experimentar el sabor único de su contenido.
¿Cómo será volver a estudiar después tantos años en la ruta?
Primero que nada, me encanta estudiar. No importa si en un escritorio o viajando por el mundo. Además, creo que estos viajes son esenciales para lo que quiero estudiar, Desarrollo Internacional. Necesitamos una motivacón para todo lo que queremos hacer. No sabía qué quería hacer cuando tenía 17 años, pero ahora sí lo sé. Este viaje me hizo saber qué es lo que realmente me gusta y qué es lo que quiero.
¿Te gustaría navegar en el Peace Boat, ¿cuándo irías? ¿Qué harías?
Cuando llegue a México, me contactaré con la oficina principal en Yokohama, Japón. Este barco hace tres viajes al año llevando mensajes de paz a ciudades pobres de América Latina. Si el barco llega a donde yo esté, me subiré. De lo contrario, lo esperaré trabajando en algún lugar de Caribe. En el barco puedo trabajar como traductor de japonés-inglés-español.Por eso necesito mejorar mi español, tiene demasiadas conjugaciones! [N. de R. La entrevista fue en inglés]
¿Cómo es viajar solo?
Más libre. Puedo viajar con alguien por un período corto, pero no por años, ni siquiera meses. Todos tenemos diferentes acercamientos, incluso mejores amigos o amantes. Yo quiero hacer exactamente lo que quiero.
¿Qué costumbres latinoamericanas te impactaron?
El tiempo. Creo que todos los viajeros que visitan América Latina tendrán la misma impresión, excepto quizás por los españoles, italianos o los de algún otro país de origen latino. Por ejemplo, la puntualidad. No es tan descortés ser impuntual en América Latina. Me ha pasado que lleguen mucho más tarde a la hora del encuentro. A un amigo brasileño lo esperé tres horas sin un mensaje de texto ni un llamado. Cada cultura tiene diferentes concepciones del tiempo. En países como Alemania, la costa Este de Estados Unidos y Japón, tarde es tarde. No importa si es un minuto o tres horas, es tarde.
Otro ejemplo puede ser el horario de cada comida. Lógicamente, si comienza tarde, terminará tarde. Comparado con mi concepción del tiempo, diría que es la contraria. Algo más: las fiestas duran hasta la madrugada. No sólo los viernes y sábados, ¡todos los días!
¿Qué consejos le darías a alguien que está por empezar un viaje?
1. No importa qué tan largo o corto sea el viaje, no dudes en viajar. Es muy simple, pero tu viaje nunca comenzará antes de que lo empieces. No te preocupes por demasiadas cosas y deja que tus pies te lleven. Habrá muchos problemas y los arreglarás y aprenderás algo de ellos. ¿Dinero? Si no lo tienes, trabaja. Hay más oportunidades de trabajo de las que piensas.
2. Acepta lo que ves. Sigue las costumbres. Como siempre digo, diferencias son diferencias. No hay que juzgar si son buenas o malas. No digas «Si estuviera en mi país…» Por supuesto, no estás en tu país. No te comportes como si estuvieras allí y trata de comunicarte en la lengua del lugar en donde estás.
3. Respeta y aprecia a los otros. No sólo en viaje, también en la vida en general. De esa manera es como el mundo encuentra el equilibrio y trabaja. No seas egoísta y sé considerado con los otros, así te considerarán. Si alguien ha hecho «algo bueno», haz «algo bueno» para él o para otros. Ellos harán «algo bueno» a otros y «algo bueno» seguirá dando la vuelta al mundo. Y ahora, lo mas importante: ¡divertite!
¿Podrías recomendar 5 lugares de América Latina que no te perderías?
Es tan difícil elegir. Ok, nombraré 3 generales y 2 elecciones personales.
1. Patagonia. Es un must. Aunque casi me pierdo caminando solo por una montaña helada, de verdad me gustaría volver para explorarla más. También trabajé en una chacra en El Bolsón. Por las noches hacía -10°C. Me gustaba el trabajo pero no soportaba el frío.
2. Amazonas, Brasil. ¿Por qué no visitar el Amazonas si estás en Brasil. Nadé con delfines, pescados, hasta pirañas había, y yacarés. Pesqué pirañas usando como anzuelo carne de otras pirañas. Después las freímos y comimos. No tenían tanta carne, por cierto. Claro que exploré la selva y grité el Ahhhhhhh Ah Ahhhhhhh a la Tarzán con una liana. La luna llena desde un bote en una noche calma en el Amazonas fue una de las escenas más bellas que vi en mi vida.
3. Machu Picchu. Es muy típico, pero quiero comentar la historia. Me encontré con un chico de Australia en la cumbre del Wayna Picchu, una montaña en Machu Picchu a la que suben 400 personas por día, y desde done se sacan las mejores fotos. El australiano había rentado una motocicleta. Las rutas estaban cerradas por derrumbes e inundaciones -esto fue en diciembre del año pasado- pero igual nos subimos en la moto y logramos llegar a Cuzco nueve horas después. Sobreviví al desastre pero como trabajaba de barman en un hostel, quedé preso de los turistas borrachos.
4. Georgetown, Guyana. ¿Quién sabía que la gente habla hindi?
Estaba caminando por la calle y de un lado un chico hablaba inglés y del otro, una chica hablaba hindi. Cuando escuchaba la radio, había pop de Estados Unidos, rock inglés y también música india. De hecho me quedé en la casa de un coachsurfer, que era de la India.
5.Coroico, Bolivia. Los turistas sólo hacen La Ruta de la Muerte, pero lo más interesante es la comunidad afroboliviana. Los africanos que traían a trabajar como esclavos a la mina de Potosí y no podían sobrevivir en esa tierra alta, de clima helado. Entonces los llevaron a Coroico, más húmedo y caliente. Anduve con los afro por las montañas en un auto viejísimo. Me imagino que ese viaje fue más peligroso que La Ruta de la Muerte.
Creo que me gustaría saber dónde estará Tats dentro de quince años. Mientras tanto, miraré sus fotos en Flickr cada tanto.
Querida amiga Caroley.!!
Me encantò la nota de Tast.! Pues yo doy fe de lo satisfactorio q fue conocer a este ser humano de Tokio.. Estabamos alli, en Tilcara, entre cerros, brisa suave y el sol que iluminò la tarde..! Y es como decis vos, de casualidad, nos topamos con este nuevo amigo en el camino, que bueno q hayas publcado la nota.. y muy lindo Tast en su nuevo rol de fotografo, eh?? jajajaja..!! Te mando un abrazo.! y estamos en contacto. Vivi desd Cordoba La Docta.!!
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