El guardián del hielo
Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol…
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil.
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
yo soy el guardián del hielo.
Del libro Cosas del cuerpo, del gran poeta peruano José Watanabe.
(La foto la saqué en Lago Posadas, Santa Cruz. Esa luz, el reflejo, ese momento duraron más o menos lo mismo que el hielo cuando se derrite)
Watanabe es uno de los poetas más grandes que hemso podido tener en el Perú. Saludos!
Sí, Pablo, es maravilloso. No conocía tu blog, me gustó, lo voy a explorar. Saludos por allá!