La Provence está de moda. No sólo en Francia, también en Europa y entre los hombres y mujeres con fortuna de cualquier parte del mundo. Hasta me enteré de un argentino que se compró una casa en La Provence.
Lo último es adquirir un manoir o caserón antiguo y medio destruido. Quizás alguna vez fue un establo hediondo, pero está en el medio de la campagne, ojalá cerca de un monte de plátanos.
Después de pagar como mínimo un millón de euros, arquitectos mediante, la casa queda de película, cuesta el triple y del establo nadie se acuerda.
Visité una mansión así cerca de Saint Rémy, un pueblo donde encontrarse a Carolina de Mónaco en el supermercado es más fácil que encontrar un locutorio. La princesa de Mónaco suele pasar varios meses ahí. El mismo pueblo donde Angelina Jolie y Brad Pitt están a punto de comprarse una casa. Parece que ya la vieron dos veces y según dicen los rumores, faltarían unos detalles. El mismo pueblo donde Jean Reno -el actor de El perfecto asesino- tiene una casa y viñedos. Y curiosamente, el mismo pueblo donde en 1503 nació el consultor astrológico que predijo el fin del mundo, Nostradamus.
Después de entrevistar a los arquitectos top en el reciclado de casas antiguas, los señores Lafourcade, padre e hijo, Bruno y Alexandre, me llevaron a conocer una casa con ocho habitaciones principales, cuatro livings con muebles de estilo y muchos pasillos y baños. Es la casa de la foto, de afuera, una lección de austeridad; adentro, un set de decoración.
Los Lafourcade se instalaron aquí en los años 70. Poco a poco se especializaron en restauraciones que siguen el estilo del siglo XVIII. Han logrado que un Chateau venido a menos vuelva a brillar. Hoy, su estudio restaura las mansiones más increíbles de la Provence. Esas que después de su mano pasan a costar diez millones de euros. Por lo menos. Ellos se llaman a sí mismo «maestros de la metamorfosis» y tienen clientes de todo el mundo. Tantos, que una vez rechazaron a un ruso porque resultó ser de la mafia. Más allá de ese caso, los nuevos ricos rusos están entre sus clientes principales.
Mi visita a la mansión «en algún lugar cercano a St Rémy», fue algo así como una visita ciega. Nunca supe el nombre de los propietarios, aunque sí supe que son sudafricanos. Vi una foto familiar y no eran negros. Tendrán treintipico, dos hijos de ocho y poco tiempo. Según me dijeron, sólo vienen un mes al año, con varios amigos, eso sí. El resto del año la casa permanece cerrada. (Me acotó la joven ama de llaves que una vez vinieron dos veces en el mismo año).
Que buen lugar!
No será Cristina la de la mansión en Francia??