Galicia es esto y aquello.
Eso me dijo un gallego en la costanera de La Coruña. Su mirada hacía pie del otro lado, más allá del abismo del océano, en América.
Desde que llegué a esta tierra llueve y llueve. Algunos días no es lluvia sino orballo, agua leve y persistente. Si es más fina, se llama poalla, de polvo, y a veces, también puede llover a caldeiros. Eso es mucho, muchísimo. En Galicia llueve tanto que hay más de cuarenta términos para nombrar la lluvia.
Después de la lluvia nace el verde fresco y se ven parches de bruma sobre los bosques de castaños, un ambiente ideal para que crezcan hongos y leyendas de fadas (hadas), meigas (brujas) y hechizos de raíz celta.
En este número de la revista Lugares escribo de Galicia, una tierra muy trabajada, donde llueve seguido y todavía circulan leyendas de hadas y brujas. Un lugar en el noroeste de la península ibérica, entre el Cantábrico, el Atlántico y Portugal. Hay ciudades con cascos medievales, se come el pulpo más delicioso y tamibién es la primera patria de muchos abuelos argentinos, entre ellos, el mío.
Un artículo realmente precioso. Disfruté mucho leyéndolo, y reviviendo a través de él mis ocho años de estudios de doctorado en Galicia.
Felicitaciones a su autora.
Ruy Farías