Amanece con niebla otra vez. Una niebla que le da todavía más nostalgia a Uruguay, un país que ya es nostálgico a pleno sol. Me pregunto si a Eudocia Furtado le preocupará la niebla y me imagino que no, que la correrá de un bastonazo y seguirá caminando.
La veo así, de lejos, entre sus vacas, en San Gregorio de Polanco, el corazón del paisito. Camina encorvada, pero ligero. Deben ser las 9 de la mañana. Está destemplado y todavía hay rocío. Pastorea tres vacas cerca del cementerio. Me dan ganas de correr a saludarla, de mirarla, de cruzar algunas palabras. Me bajo del auto y voy hacia ella. Pienso encontrame a una pastorcita tierna y en cambio ahí está ella, Eudocia Furtado, ¡pá! qué mujer… jodida.
Tiene la falda hasta el tobillo, suéter rosado, dos vueltas de collar dorado, aros dorados, sombrero, uñas pintadas de rojo, 74 años. Camina mal por algunas operaciones, pero se la ve entera y fuerte.
Aunque es la primera vez que la veo me saluda como si nos conociéramos. Me cuenta de sus vacas, dice que ella las cuida y nadie más, y que ahora no es como antes, ahora hay que estar muy atento, vio? Dice que su hija la quería llevar para Montevideo pero que ella de ahí no se mueve. En un momento le pregunto si tiene marido.
– Tengo sí, está en la casa porque no anda muy bien, cocina pero lo que prepara no se puede comer de lo malo que es. Tengo marido sí, pero la verdad le digo es que el marido no sirve ni para perro.
Sigue hablando unos minutos más, qué importa si ya dijo todo.
He descubierto tu blog por casualidad y ya me quedo en él…
Me gusta la forma que tienes de narrar tus experiencias.Te invito a visitar el mio.Un saludo.Helen.
http://lafragu.blogspot.
Te recomiendo una entrada del més de abríl sobre Santo Domingo de los Shachilas .Un saludo.Helen.