Los podría llamar continentes. No los del mapa, otros. Más íntimos, de una geografía personal. Son lugares a los que llego y ya quiero volver. Aún sin haberme ido.
Eso me pasó en Chiloé, la isla grande de Chile. La del curanto, los mitos, las supersticiones, los campos verdes y las iglesias de madera.
En este número de la revista Lugares escribo y saco fotos de la isla. Esta de la tapa es de los palafitos de Castro.
Los palfitos son casas edificadas sobre pilares, altas y con dos entradas: una que da al mar y otra a una calle. Hasta hace algunos años fueron viviendas sociales para pescadores. Había más de mil en la isla, pero el terremoto del 60 destruyó varios.
Con la llegada de las salmoneras, a mediados de los noventa, se produjo un cambio cultural fuerte. Ya no hay tantos pescadores artesanales y sí muchos empleados en los criaderos de salmón y mariscos, y en la extracción de algas.
Cambiaron los trabajos, el paisaje, las costumbres. Los pescadores dejaron los palafitos, que enseguida entraron en la mira de artesanos, chefs y hoteleros con ánimo de rescatar el patrimonio chilote y mostrarlo al turismo.
En la foto se ven también las tejuelas, la piel de las casas de Chiloé. Todo esto y mucho más en la revista de mayo.
quedó re buena!!!! te felicitoooooo!!!!!!!!
Qué bueno que te gustó, gracias jazz do it!!!
que alegría que tú hiciste CHiloé en la revista, con ello siento que finalmente alguien que ama y entiende los viajes (o procura ir en ese entendimiento) fue a un lugar tan potente y amado para mí. Cuestión aparte es chistoso vernos colaborar en la misma revista (claro yo de una forma menos escrita y más gráfica en el tema de Huilo-Huilo), allí viajamos con Ana Schlimovich (ahora mi novio o yo su novio). Viajeros todos. Besos.