Viejas tapias porque nuevas casi no hay. Muros de tierra húmeda mezclada con paja y piedras; apisonada, enconfrada y secada al sol. Enorme sol de la cordillera.
En los pueblos del oeste de San Juan y en La Rioja los límites no son pircas de piedra como en el Norte ni alambres como en el Sur. Por acá se usan las tapias, gruesas, resistentes. Separadores de barro que duran toda la vida. Y más que la vida también. Tapias como pequeñas fronteras entre la intimidad de la casa de adobe y el mundo exterior.
Las tapias o tapiales, como se dice en España, se usan hace más de mil años. Hubo tapias en China, en la antigua Roma y en la españa mora. Las usaron los jesuitas y los árabes.
Las tapias se mimetizan con la tierra y parece que siempre hubieran estado ahí. Le dan al paisaje árido un matiz eterno.
Si alguien encuentra tapiales en un terreno es raro que los destruya, en general los aprovecha como paredes para la nueva casa. Eso hizo Lucio Sabattini, y le gustaron tanto que hasta tomó el nombre Las Tapias para su restaurante y hostel de Rodeo. Entre las tapias puso una ventana a los álamos y más allá, el algarrobo.