En los últimos días, recorriendo tramos de selva valdiviana, vi muchos alerces. También los toqué y fue como acercarme a un abuelo.
Alerce es el nombre que le dieron los europeos pero los mapuches lo llamaban lahuán, que significa sobrepasar o superar la muerte.
Para los mapuches saludar y conversar con el alerce tenía que ver con tomar poder frente a la muerte.
Quizás porque buscaban nutrirse de la sabiduría de un longevo. El alerce es un árbol que vive más de 4000 años. Y el de crecimiento más lento, apenas un centímetro por año.
El nombre científico es Fitzroya cupressoides en honor al marino inglés Fitz Roy, que en Chiloé se percató de esa madera que se usaba para las dalcas o piraguas.
Mide entre 40 y 60 metros, es el más alto de esta selva húmeda y el tronco llega a tener 5 metros de diámetro.
Como su madera es muy resistente durante el siglo pasado se lo taló sin piedad para usarlo en los techos. Todavía se pueden ver por acá casas con tejuelas de alerces. Desde 1938 está prohibida su explotación y es una especie protegida. En algunas zonas se ven tocones de alerce, como se llama al vestigio de tronco.
Los dos países con alerces tienen su respectivo parque nacional: Parque Nacional Los Alerces, cerca de Esquel, en Argentina, y Parque Nacional Alerce Andino, a unos 50 kilómetros de Puerto Montt, en Chile.