[…] Yo creo que escribimos porque tenemos que crear un mundo en el que podamos vivir […] Tuve que crear un mundo mío, como un clima, un país, una atmósfera en la que yo pudiera respirar, reinar y re-crear lo que la vida destruía.
[…] También escribimos para aumentar nuestra conciencia de la vida, escribimos para atraer y encantar y consolar a otros, escribimos para llevar una serenata a nuestros amantes. Escribimos para paladear la vida dos veces, en el momento y en retrospectiva. Escribimos como Proust, para que todo sea eterno y para persuadirnos a nosotros mismos de que lo es… Escribimos para poder trascender nuestra vida, para llegar más allá de ella. Escribimos para aprender a hablar con los otros, para registrar el viaje a través del laberinto, escribimos para ensanchar nuestro mundo cuando nos sentimos asfixiados, constreñidos, solos. Escribimos como los pájaros cantan, como los primitivos realizan sus danzas rituales. Si no respiramos escribiendo, si no lloramos escribiendo o cantamos escribiendo, entonces no escribamos.
Porque nuestra cultura no necesita nada de eso. Cuando no escribo siento que mi mundo se encoge. Siento que estoy en la cárcel, que pierdo mi fuego, mi color. Debería ser una necesidad como el mar necesita la marea. Yo lo llamo respiración. […]
Diarios de Anaïs Nin, Tomo V, Editorial Brugera.
Vos siempre leyendo cosas lindas Carol! Beso grande!
¡Excelente!