El otro día, caminando por San Telmo, vi una rata de paseo por las alcantarillas. No estaba apurada ni asustada. Se la veía acostumbrada al barrio, como sintiéndose dueña de algo. Al menos de un pedazo de adoquín.
Me recordó a las ratas sagradas que corren alegremente en un templo en Deshnoke, en Rajastán, al noroeste de la India. Cuando saqué esta foto, una me dio un coletazo peludo en el talón que todavía recuerdo.
Caí en el lugar de casualidad porque unos 30 kilómetros al Sur, en Bikaner, un festival de camellos, y un sikh con un turbante amarillo como la arena de aquél desierto, preguntó si ya había visitado el Templo de Karni Mata. Hay tantos templos y dioses y reencarnaciones de dioses que pensé que sería uno más. Pero el moreno grandote de la etnia sikh dejó claro que este templo era diferente a todos.
En el camino me enteré que la diosa Karni Mata era una de las tantas reencarnaciones de la diosa Durga, y que los devotos se acercan desde el siglo XV a rendirles homenaje a miles de lauchas hambrientas, llamadas kabbas, que serían reencarnaciones de Kami Mata.
En este lugar hay más de 20.000 ratas, que son diariamente alimentadas con leche y una mezcla harinosa y azucarada que las vuelve locas. Una curiosidad así atrae a los turistas que como en cualquier templo hindú deben quitarse los zapatos. El único detalle es que aquí las ratas andan sueltas y excitadas, corriendo de un lado a otro del piso y pasando sobre empeines y dedos de los pies. Dicen que trae buena suerte. Eso uno podrá creerlo después de sobrellevar el asco, algo que no muchos turistas logran. Quizás por eso, también está permitido quedarse en medias. Parece que los aullidos de la gente molestaron a las ratas.
Volviendo a la rata de San Telmo, después de este flashback de India, hasta me parece que estaba medio deprimida. ¿Estará contagiada del tango? ¿O se habrá enterado que el paraíso existe y se llama Deshnoke?
En la ciudad de México hay cuatro ratas por habitante. Eso quiere decir que duermen entre nosotro cerca de 80 millones de ellas, un asco. Nosotros no las alimentamos con harina dulce, son ellas las que se tienen que buscar su propio alimento y, da la impresión, que tienen mucha suerte en su misión. Es común verlas tragándose pedazos de tortillas, maiz y, aunque no lo creas, algo de helado.
Me contó Laura, mi novia, que ella estuvo hace tiempo en un evento del Llao Llao al que también fuite tú, buena onda. Suerte.
Este tipo de artículos son los que, en mi opinión, le dan al blog un toque singular y de alta calidad. Difícilmente me hubiera enterado de la existencia de las ratas de Deshnoke de otra manera (por ahora no tengo planes de viaje a la India).
Juan Carlos dice que habría unos 80 millones de ratas en el DF. En Buenos Aires no sé cuántas habrá, pero lo que sí sé es que han tenido una altísima movilidad social: algunas han llegado al gobierno….
Me parece que las ratas del templo de Deshnoke comen mejor que muchos hindúes descastados. Sólo para tener una idea de cómo vive (?) esta gente –y de paso para no quejarnos tanto- transcribo un texto sacado de UNESCO. Dicen los descastados: “Sabemos que tenemos que mantenernos alejados de ellos (personas de casta superior) desde que nacimos”, afirma Rajesh, que va a cumplir 19 años. “En los negocios de té, nos dan tazas diferentes, sucias y estropeadas, y estamos obligados a lavarlas. Hemos de caminar 15 minutos para llevar agua a casa porque no podemos abastecernos en los grifos de la aldea, que utilizan las castas superiores. No nos admiten en los templos y, cuando íbamos a la escuela, mis amigos y yo debíamos sentarnos fuera del aula. Los niños de casta superior ni siquiera nos permitían tocar el balón con que jugaban, por lo que nosotros lo hacíamos con piedras.”
Volviendo a las ratas del artículo, la de San Telmo tiene sobrados motivos para estar deprimida: después de las elecciones se le viene el aumento del ABL…
Las ratas son muy desagradables, están por todos lados (aun que muchas veces no las veamos).
El otro día bajé a tirar la basura (en Barcelona) y me encontré con una tan grande como el tamaño de un gato. Me quedé inmóvil. No me gustan para nada y me provocan rechazo.
Estuve el año pasado en el templo de las ratas que comentas y fue bastante asqueroso verlas por allí corriendo por todos sitios. No me había dado cuenta de la repugnancia que me daban hasta aquel día. Y encima, te hacen descalzarte… De todas formas, es un sitio curioso.
Pense que queria irme de viaje en cada post que fui leyendo…hasta que llegue a este!
Me encantó el blog, me hice adicta para cortar mi rutina de «paciente paciente paciente» y ver un poco el mundo.
Besos
Para quien quiera verlo «en directo» http://es.youtube.com/watch?v=ACzWdSfZXmw
Abrazos,
Pablo
http://www.lasociedadgeografica.com
Yo tambien vivo en el DF, y veo las ratas a menudo en la mera Av Reforma, a metros nomás del Angel de la Independencia. Al principio me dio mucha impresión y asco, y quise atribuirlas a la falta de limpieza en la ciudad; pero enseguida recordé que viviendo en Londres, ver ratas underground era moneda corriente; así que sin miedo, aprendes a «convivir» con ese paisaje callejero. Por suerte, no me las encuentro adentro de casa!! Eso sí sería horrible! En Bs As no habia tenido el gusto de encontrarmelas.. un motivo mas o menos para volver o no volver? JE!
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