No estuve en Valparaíso esta tarde, pero si cierro los ojos puedo ver las casas viejas pintadas de colores y los cerros que dan al Pacífico. No tengo que hacer mucho esfuerzo para imaginar un pisco sour en la terraza del Gran Hotel Gervasoni; tampoco para sentir el olor de una paila marina en una caleta de pescadores. O escuchar un tango en el J. Cruz. No estuve en Valpo esta tarde, pero en cierto sentido pasé la tarde ahí, celebrando con mis queridos amigos porteños, viñamarinos y santiaguinos. (El acento no fue necesario evocarlo, lo escucho aquí y allá: este fin de semana Buenos Aires está llena de chilenos).
Uf, querida, comparto el sentimiento. Cerré los ojos y estuve ahí, en los cerros y en los bares y en sus calles, mientras el olor a carne asada se elevaba hasta los cientos de volantínes que salpican el cielo porteño. Un beso desde Madrí, jode!
Hoola Pancho
Qué bueno verte por acá y ojalá que vaya todo bien por allá. Lindísimas fotos en tu Flickr. Beso! Carol.