Con este tema de los Reyes Magos, mi sobrino de cinco años se fue antes de casa porque tenía que ponerle pasto y agua a los camellos, que llegan de «un lugar muy lejos». Le conté que atraviesan el desierto, por eso tienen tanta sed. Después le pregunté si sabía qué era el desierto. Entonces, me dijo con seguridad de catedrático: «El desierto es un país».
Cuando se fue me quedé pensando en el Tar, el gran desierto de la India. Podría haber recordado otros desiertos más o menos literales, pero pensé en ése. Probablemente porque por allí viajé algunos días en camello, igual que los Reyes Magos, y cuando volví necesité agua fresca.
El Tar está cerca del límite con Pakistán y, como muchos desiertos, es un infierno durante el día y un cubito de hielo por las noches. Los dos chicos de la foto fueron mis guías. Sabían seguir huellas y podían ubicarse en el manto de arena. Cantaban hits indios por las tardes y fumaban bidis siempre que podían. La rutina del día: montarse sobre el camello bien temprano y avanzar con el andar desgarbado y lento de los animales de pestañas largas y mirada triste. Hasta un paisaje apto para acampar, sin carpa, apenas con el saco de dormir bajo las estrellas. La noche en el desierto es silenciosa y da la impresión de que pasa más despacio que otras. La noche del desierto es quieta como el agua de un lago. La noche en el desierto es sospechosa.
Por momentos, los camellos trepaban dunas blandas, pero más que arena en el Tar había aridez, tierra agrietada, arbustos bajos y blancos de polvo. A vista de pájaro, el desierto parece un paisaje muerto, pero atravesándolo cobra vida. Se llena de viento, aparecen las lagartijas, algún zorro, un halcón al acecho de la debilidad ajena.
Además de resistente, el camello es alto, pero ni siquiera desde la altura el panorama dejaba de ser uniforme. Desde la joroba, el desierto del Tar me pareció infinito, como el horizonte en el mar. Cuando viajé por el Tar, la desertificación era un tema menos frecuente. Con la sequía actual, quizás dentro de algún tiempo no sólo los Reyes Magos se muevan en camello. El desierto, un país en expansión. Se lo comentaré a mi sobrino.
Super post!
Me encanto lo que escribiste, de la foto ni hablar, Impactante!
Envidio tu noche larga en el saco de dormir a la luz de las estrellas.