Hace casi dos años, un amigo se fue a vivir a México. A poco de asentarse en la capital mexicana, Daniel Jayo me mandó un correo, con un Asunto que se leía, por lo menos, peligroso: «Mariachis asesinos». Estaba acompañado de esta foto y decía así:
«Resulta que el sábado estaba muy sentadote en mi casa mirando una película: Piratas del Caribe. Sin ser tan buena como la primera, me entretenía, cuando de repente y sin decir agua va, un trompetazo me hizo saltar de mi sillón. Me asomé al balcón y me encontré con este espectaculo: unos «auténticos» mariachis le estaban llevando serenata a una dama, se ve que vecina del edificio, que cumplía años. La primera impresión fue de grata y simpática sorpresa. Incluso vislumbré que desde otros balcones se asomaban, divertidos, otros vecinos. Puedo asegurar que despues de hora y media de serenata, que incluyó Las Mañanitas, La Cucaracha, Cielito Lindo, en fin, todos los hits, nadie quería más. Odio a los mariachis. viva Pappo, aguante lo redon, el tango no morirá y larga vida al rock and roll.»
Dentro de poco hará dos años de Jayo vive en México. Pienso que en una de esas les tomó cariño a los mariachis. Posiblemente, se haya acostumbrado a ellos y quizás hasta los va a ver a la Plaza Garibaldi o los contrató para que le canten a alguna dama. Por las dudas, le escribiré hoy mismo contándole que mañana comienza el XV Festival Internacional del Mariachi, en Guadalajara.