El sábado al mediodía me llamó una amiga. Estaba triste y medio desesperada. Hace días que se había trabado en una discusión con su novio. No podían avanzar: se movían un milímetro y aparecía la alarma que anunciaba guerra inminente.
Después de prestarle un rato la oreja, cuando me tocó el turno de decir algo, como es una buena amiga, decidí darle mi secreto. «¿Por qué no sen van a pasar el fin de semana al Delta?», le dije.
Primero lanzó una carcajada. Después, me comentó que mis soluciones siempre tienen que ver con viajes. Al final, antes de cortar, me preguntó todo seguido y casi sin respirar: ¿Cómo voy? ¿A qué hotel? ¿Cuánto cuesta? ¿Qué puedo hacer? ¿Te incluye la comida? ¿A qué hora sale la última lancha?
Me perdí con tantas preguntas, así que empecé por responderle la última que escuché. Ahora, en invierno la última lancha sale a las seis. Si te apurás, llegás a tiempo. Después le di la página del ente de turismo y también la de Todo Delta, que están muy bien. Tienen datos actualizados de hosterías, restaurantes y paseos.
El Delta no es un secreto, está ahí, frente a Tigre. Pero a veces uno se olvida qué cerca está de Buenos Aires -apenas 30 kilómetros- qué fácil es llegar y los mundos lejanos que encierran las islas, desde habitantes de pocas palabras hasta enormes azaleas lilas y silencio.
El Delta es una D gigante, verde y llena de islas y ríos que drenan la cuenca del Paraná, después de la del Amazonas, la segunda más importante de América del Sur. Además de ser gigante, la D está viva y avanza hacia Buenos Aires a una velocidad de entre 50 y 70 centímetros por año. Opinan los expertos que en 2100 llegaría a Puerto Madero. Para eso falta. Mientras tanto, el Delta puede ser un buen remedio para el amor.
A todo esto, hace un rato me llamó mi amiga. Tenía otra voz. Después de un día -y una noche- en el Delta sonaba como recién llegada de vacaciones. Creo que hasta ella se dio cuenta del cambio porque me habló de alquilar una casa en las islas para esta primavera.
Carolina, si te falla este blog, abrís otro como consejera sentimental….
Como diría algún «gurú» del management, hay que saber reinventarse.
Utilizando mis artes culinarias (buen vino + chop suey)el viernes no me alcanzó…será cuestión de seguir tus consejos Caro para la próxima!
Más allá del Delta, de la experiencia de tu amiga… los viajes, sean al lugar que sea, solitarios o acompañados, ¡siempre traen aires nuevos!
«…dicen que viajando se fortalece el corazón…»
Creo que necesito un Delta urgente. ¿Conseguiré lugar para el próximo fin de semana?