«Era un taxi viejísimo que olía como si alguien hubiera acabado de vomitar dentro. Siempre me toca uno de ésos cuando voy a algún lado de noche. Pero más deprimente todavía era que las calles estuvieran tan tristes y solitarias a pesar de ser sábado. Apenas se veía a nadie. De vez en cuando cruzaban un hombre y una mujer abrazados por la cintura, o una pandilla de tipos riéndose como hienas de algo que apuesto la cabeza a que no tenía la menor gracia. Nueva York es terrible cuando alguien se ríe de noche. La carcajada se oye a millas y millas de distancia, y hace que uno se sienta aún más triste y deprimido. En el fondo, lo que me hubiera gustado habría sido ir a casa un rato y charlar con Phoebe. Pero, en fin, como les iba diciendo, subí al taxi, y pronto el taxista empezó a darme un poco de conversación. Se llamaba Howitz y era mucho más simpático que el anterior. Por eso se me ocurrió que a lo mejor sabía lo de los patos.
-Dígame, Howitz -le dije-. ¿Pasa usted muchas veces junto al lago del Central Park ?
-¿ Qué ?
-El lago, sabe. Ese lago pequeño que hay cerca de Central South Park. Donde están los patos. ¿ Sabe, no?
-Sí. ¿ Qué pasa con ese lago ?
-¿ Se acuerda de esos patos que hay siempre nadando ahí ? Sobre todo en primavera. ¿ Sabe usted por casualidad dónde van en invierno ?
-Adónde va , quién ?
-Los patos. ¿ Lo sabe usted, por casualidad? ¿ Viene alguien a llevárselos a alguna parte en un camión o se van ellos por su cuenta al sur, o qué hacen ?
El tal Howitz volvió la cabeza en redondo para mirarme. Tenía muy poca paciencia, pero no era mala persona.
-¿ Cómo quiere que lo sepa? -me dijo-. ¿Cómo quiere que sepa semejante estupidez ?
-Bueno, no se enoje por eso.
-¿ Quién se enoja ? Nadie se enoja.
Decidí que si iba a tomarse las cosas tan a pecho, mejor era no hablar. Pero fue él quien sacó de nuevo la conversación. Volvió otra vez la cabeza en redondo y me dijo:
-Los peces son los que no se van a ninguna parte. Los peces se quedan en el lago. Esos sí que no se mueven. »
El guardián en el centeno, J.D. Salinger, 1951.
(A propósito, quizás en la continuación no autorizada de El guardián en el centeno -que escribió John David California y se lanzará el próximo 25 de junio, 60 años después de la original- Holden Caulfield -Mr. C, en esta nueva versión- logre averiguar adónde van los patos del Central Park en invierno.)
Creo que no les queda otra que irse a un hotel
Creo que los llevan a un feed lot.
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estuve el año pasado en nueva york, paraba a media cuadra de Central Park, que lugar bello! todas las mañana antes de salir a recorrer la enorme ciudad salia a caminar por central park, que placer esta alli, la tranquilidad que se respira es increible sabiendo que se encuentra dentro de esa inmensa ciudad que es nueva York